Unitat Pastoral El Carme - Sant Joan

8 gener 2012
Categoria/es: General

PALABRAS DE UN JOVEN VENEZOLANO EN EL FUNERAL DEL P. IGNACIO

Publiquem la intervenció de Mauro al final del funeral per Mn. Ignasi Pelegrí. És un jove veneçolà de Barquisimento, estudiant universitari a Barcelona. Fa un agraïment en nom propi i d’altres joves com ell als qui Mn. Ignasi va ajudar a descobrir la vocació al creixement en la fe que porta la llavor del baptisme.


Hablo en nombre de los venezolanos que estamos aquí presentes, encomendando a la bondad del Señor la vida del P. Ignacio, a través del cual, y del resto de sacerdotes españoles y ahora también venezolanos, nosotros llegamos a descubrir nuestra vocación al crecimiento en la fe, encerrada en la semilla del bautismo.

Lo primero que sale de nuestro corazón es agradecer el don que fue para nosotros el P. Ignacio. Sin una familia cristiana y generosa, que de entre sus trece hijos ofrendó tres para el sacerdocio, y sin una diócesis sensible a las necesidades de América Latina, nosotros hoy no estaríamos aquí. Un sentido ¡gracias!, pues, a los hermanos y familiares presentes del P. Ignacio, una oración por sus padres y hermanos ya fallecidos, y otro ¡gracias! A la diócesis y a sus obispos.

El evangelio de uno de estos días de Navidad nos presenta a Jesús como un muchacho que crecía en edad, sabiduría y gracia, ante Dios y ante los hombres. Todos nosotros debemos al padre Ignacio haber descubierto que, por el bautismo, estamos llamados a crecer; y que no basta crecer biológicamente y ser fuertes, ni crecer intelectualmente y conseguir un grado académico, sino que por encima de todo debemos crecer como personas, crecer en el amor a Dios y a los hombres; hacer de nuestra vida, recibida como don, un don para los demás.

Todo esto lo aprendimos en los diálogos personales con el Padre Ignacio en la residencia para estudiantes, y en la convivencia diaria con él. Así fue prendiendo en nosotros la llama del amor desinteresado que ardía en él. Así aprendimos a superarnos en nuestros estudios, como un verdadero acto de amor y servicio a la sociedad.

El Padre Ignacio sufrió el infarto que le causó la muerte mientras dialogaba con un universitario, compañero nuestro de residencia. A nosotros esta muerte –”en la brecha”, como él la deseaba, es decir, en el cumplimiento de su misión– nos dice mucho. Todos habíamos tenido con el Padre Ignacio diálogos como el de nuestro compañero el día 31 de diciembre de 2011, a las 7 de la tarde hora venezolana. Estos diálogos eran transmisión de fe, comunicación de vida. Y Dios quiso que finalmente diera su vida, así, literalmente, en uno de estos diálogos. Todos nos sentimos como incluidos en este último diálogo del Padre Ignacio, destinatarios y herederos de la entrega sin medida que le caracterizó.

En los últimos años pudimos ser testigos del deterioro que la vida de una persona puede sufrir con la edad avanzada. En contraste con este deterioro, crecía ante nosotros la grandeza de sus virtudes y de su entrega.

Fue para nosotros un Padre en la vida cristiana. En él seguimos confiando, y le pedimos ahora que nos alcance de Dios la gracia de poder culminar aquellos proyectos que a su lado fuimos madurando.

Padre Ignacio, interceda Usted ante el Señor por nosotros ¡Somos sus hijos!

 

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