Unitat Pastoral El Carme - Sant Joan

10 febrer 2023
Etiqueta/es: Recordança

SI EL GRANO DE TRIGO MUERE DA MUCHO FRUTO

Confidencias en Jericó en el 5º Aniversario de la partida del humilde Posadero con el Sr. Samaritano

 

Todos conocemos ejemplos cercanos de personas que han pasado por nuestras vidas haciendo el bien a diario de manera silenciosa y que dejan al morir un rastro de santidad ejemplar. Aparentemente pasan desapercibidas, pero cuando mueren vemos que eran un gran regalo.

Mosén Joan fue el hombre activo, luchador, frágil y fuerte al mismo tiempo, tenaz; con un carácter indomable, capaz de movilizar a otros, atento al mundo que le rodeaba, agudo conocedor de las personas y buscador infatigable de Dios. El Señor le había concedido una gracia tan grande, que todos los que le veían quedaban invadidos por una admiración que el corazón no podía ocultar.

Así se lo confió aquella tarde de febrero de 2018 el Buen Samaritano al hospitalario posadero de Jericó: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto” (Jn. 12,23). El grano de trigo solo da mucho fruto si acepta morir, si se deja sembrar.

Así fue el testimonio del Padre Juan: una vida de entrega, coraje y generosidad. No se reservó para sí mismo, no se malogró, no fue grano estéril. Fue semilla fértil de fieles parroquianos y generosos voluntarios porque entregó su vida sirviendo a los más pobres y necesitados, marginados por la vida y descartados por la sociedad. Vivió el amor a los demás hasta el fondo, dejándose romper por la enfermedad y la muerte, como la semilla bajo tierra y así dio copioso fruto.

Nos dejó huellas imborrables del soplo del Espíritu en su vida: la oración, la justicia, la hospitalidad, el diálogo interreligioso eran señales en el camino de esa identificación con Jesús a la que aspiraba desde la proximidad a los más alejados. Sembró su vida en la tierra de Dios e hizo fecundo el surco de la posada de Jericó y de su querida parroquia de la Mare de Déu del Carme a las que tanto amó. La generosidad de quien lo da todo es como una semilla que queda sembrada en el mundo y que sin duda dará fruto, sin que sepamos cómo.

Lo que enamora y atrae de Mosén Joan no es tanto su capacidad de sanar, remediar, aliviar, confortar y obrar pequeños milagros, sino su olvido de sí y la atención discreta y humilde a los más necesitados por los que se conmovía su corazón. Ni siquiera en la enfermedad perdió nunca su alegría experimentada como expresión de su unión con Dios, que le ensanchaba su mirada compasiva.

Pero una tarde de febrero la divina bondad cortó el hilo de los planes del Padre Juan. Dios se los había sugerido; el Señor, sin embargo, había dispuesto que muriese a imitación de Cristo, como grano de trigo, sembrado en su Posada de Jericó y en su querida Parroquia. Tocará, pues, a otros, a nosotros que le conocimos y nos contagiamos de su energía, recoger los frutos que cosecharemos de los que esperan de nosotros ser acompañados, orientados, curados, atendidos y amados.

Este 5º Aniversario nos recuerda que tenemos un intercesor ante Dios muy cerca de nosotros. ¿No recordáis su estribillo: “Rezad por mí, que yo rezaré por vosotros.” Pues que Mosén Joan nos ayude a descubrir la gran potencia de bondad y humanidad que se esconde en los pequeños detalles –semillas insignificantes que siempre podemos sembrar – para mejorar nuestro mundo y realizar así nuestra misión evangelizadora. 

Antonio Miñano

 

 

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